Enfoque

Fijemos nuestra mirada en Jesús, pues de él procede nuestra fe y él es quien la perfecciona. Jesús soportó la cruz, sin hacer caso de lo vergonzoso de esa muerte, porque sabía que después del sufrimiento tendría gozo y alegría; y se sentó a la derecha del trono de Dios. Hebreos 12:2 DHH

Fijar nuestra mirada en Jesús es mucho más que una vista. Vivimos en un tiempo donde gracias a la tecnología y redes sociales vemos muchas cosas todo el tiempo. Pero esa mirada se vuelve superficial y en cierta forma es selectiva pues se le da mayor trascendencia a aquello que es interesante para uno. Es así como podemos ver una imagen del hambre y las miserias de la guerra en nuestro celular y deslizar el dedo para ver otra imagen que muestre un momento de alegría junto a nuestros amigos. Podemos ver el logro de una persona conocida pero deslizamos nuestro dedo fijando más importancia a un producto a la venta que nos interese más. Vemos muchas cosas, pero no todas nos interesan.

Mucho tiempo antes de que existiera esta tecnología nuestro ser ya se comportaba de esa manera egoísta y autosuficiente. Fue por eso que el Apóstol Pablo nos advierte a que aprendamos a enfocarnos en nuestra fe y más precisamente en aquel que es la fuente de nuestra fe, Jesucristo.

Fijar nuestra vista es apartarse de todo aquello que nos distraiga de lo importante. Es alejar los ojos de otras cosas y fijarlos en lo esencial. Porque de la manera que miremos y le demos importancia a determinadas cosas, así será nuestra vida. Fijar la vista en la crítica y el odio nos cataloga como personas despreciables, en cambio nos convertimos en personas agradables cuando vemos y destacamos “el vaso medio lleno” de las cosas.

El consejo es apartar los ojos de las cosas rutinarias, las peleas, los celos y competencias y poner nuestra mirada en las cosas del cielo. Aquello que trasciende. Quita tus ojos del “basurero” y ponlos en Jesús. Jesús es la plenitud de la vida. No hay otro mejor lugar donde obtendrás lo que necesitas. Solo fija bien tus ojos.